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El Poder de las palabras

 
Por censura no se incluyen algunos términos que servirían de soporte a este texto, pero el tema es una realidad dentro de la vida sexual de muchas personas ya sea en compañía o solitario.

El papel que ejercen los términos soeces o picantes, da igual, es un accesorio más dentro de la gama de variedades empleadas para satisfacer la líbido, pudiendo cumplir una función específica como si se usasen elementos físicos.

No es extraño que muchas y muchos encuentren incitante y excitante el uso de palabras consideradas vulgares antes, durante y después del coito, interpretándose estas como vía de escape, consolidación de la intimidad o una idea preconcebida del deseo.

EXISTEN VERDADEROS MAESTROS EN EL ARTE DE EMPLEAR EL TONO ADECUADO PARA ANIMAR, CALMAR O ACERCAR MÁS A LA PAREJA O COMPAÑERO SEXUAL OCASIONAL.

Según una parte del libro “Hacer El Amor” del psicólogo estadounidense Eric Berne, “Quizá el lugar adecuado para la obscenidad sea mientras se hace el amor (…).  Refuerzan y son reforzadas (esas palabras), por la multitud de sensaciones que las liberan (…).  Esto es todo lo contrario del empleo de la obscenidad como insulto y como blasfemia”.

Tomando en cuenta este dictamen, no es necesario ser pues un Marqués de Sade para suscitar términos altisonantes con el fin de generar placer: basta con que la calidez del momento libere espontáneamente los pensamientos mientras se tiene sexo.

Por supuesto, no sólo interesa lo que se dice, sino cómo se dice.  Existen verdaderos maestros en el arte de emplear el tono adecuado ya sea para animar, calmar o acercar más a la pareja o compañero sexual ocasional.

Siempre se ha dicho que, por ejemplo, a las mujeres se “les llega” por el oído.  Incluso muchas mismas lo dicen.  Lo cierto es que el poder de la lengua no debe ser nunca subvalorado y en cambio, ser analizado con todo el rigor del caso.

Cortesía: www.graffiti.com.co
 
 
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